Elegir el color para la habitación de los niños lleva tiempo. No sólo es cuestión de modas. Ni de que pegue con el resto de la decoración. Tenemos que tener en cuenta otros factores, como aprovechar mejor la luz.

También queremos que el cuarto parezca más grande y acogedor. Estimular el carácter y creatividad de los pequeños. O crear un entorno les ayude a relajarse, para los más inquietos.

Por otro lado, el color también puede ayudarnos a dividir el espacio en varios ambientes. Uno para dormir y otro para jugar. O uno diferente para cada hermano.

Antes de empezar, un consejo: no tengas miedo a probar. Ten en cuenta que pintar es una solución económica para dar un aire nuevo un ambiente. El elemento más caro de la habitación de los niños son los muebles. Y estos suelen ser de tonos neutros –blanco, maderas claras,…-, que casan bien con todo.

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Fuente: Ikea, Escuela de Decoración.

Ampliar el espacio

Si tenemos un cuarto pequeño, el blanco es el ‘rey’. Las paredes claras aumentan óptimamente el espacio y lo hacen más luminoso. Además, a todas las personas no les gustan los colores llamativos.

No obstante, para darle un toque diferente y que no todo sea tan monótono, coloca un vinilo en la pared. O juega con las alfombras y los complementos textiles. Cambiando la funda nórdica y las de los cojines, tendrás una habitación diferente.

Otro truco para introducir una nota de color y carácter es pintar un mueble. Una cómoda heredada o de segunda mano, con una capa de pintura a la tiza, será útil para la ropita y dará mucho juego.

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Fuente: Pixabay.

El color negro

Aunque no parece apropiado como color para la habitación de los niños, el negro funciona en las dosis justas. Combinado con el blanco, proporciona atmósferas sobrias y elegantes, pero también divertidas.

Inspírate en el estilo nórdico, apuesta por la sencillez y salpica el fondo claro con notas negras en la ropa de cama, unos banderines,… Para alejarte de la monotonía y darle más dinamismo, combina diferentes estampados: dibujos geométricos, rayas, puntos, etc.

También puedes incorporar grises. O poner en práctica esta idea: pinta con pintura a la tiza negra la parte inferior de una pared y conviértela en una pizarra fantástica.

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Fuente: Apartment Therapy.

Cálidos y fríos

Otra opción de color para la habitación de los niños son los tonos cálidos. Los tierra, naranjas, rojos y marrones aportan fuerza, energía y vitalidad, además de calidez.

Una opción que me encanta es el amarillo. Nos permite crear paredes de acento y combina muy bien con el blanco, el negro y el gris. Y no sólo irradia optimismo, sino que ilumina y amplía los espacios.

Si nos decantamos por un color para la habitación de los niños frío, tendremos espacios más serenos. El azul, por ejemplo, ayuda a conciliar el sueño y aporta tranquilidad.

En esta línea, el verde está cada vez más de moda. Por un lado, ayuda a los pequeños a calmarse. Y por otro, no está asociado a ningún sexo concreto, como sucede con el rosa y el azul.

Para un bebé queda ideal el verde menta. Combina perfectamente con blancos, neutros y los muebles de madera. Y resulta muy relajante.

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Fuente: Westwing.