La Poinsettia, especialmente la de color rojo, se ha convertido en un símbolo de la Navidad. Año tras año acudimos a la floristería o al supermercado a comprar una o varias para decorar la mesa. ¿Pero sabemos cómo cuidar las flores de Pascua?

Porque año tras año acabamos tirándolas a la basura cuando acaban las fiestas, ya que pierden las hojas y creemos que se han marchitado. Y porque es más cómodo comprar una nueva.

No obstante, no estamos ante un adorno cualquiera. Se trata de un ser vivo que puede convertirse en una gran planta y alegrarnos el día con su belleza si le dejamos crecer. Este año te proponemos el reto de mimar tu flor de Pascua para que llegue a las próximas Navidades, con unos sencillos consejos.

Temperatura estable

Lo primero que debes saber a la hora de cuidar las flores de Pascua es que requiere un clima estable. Necesita temperaturas que oscilen entre los 22° de día y los 16° de noche. No debe subir de los 25° ni bajar de lo 10°.

Las heladas y las corrientes de aire son sus enemigas. Y la calefacción también, porque necesita una humedad ambiental alta. Si el ambiente es seco, se le caerán las hojas. Si pones la calefacción -¡estamos en diciembre!- aleja tu planta del foco emisor y apóyala sobre un plato con agua y unas piedras.

El hábitat más apropiado para la flor de Pascua es el exterior, porque necesita mucha luz cuando está en flor. Pero no hay que exponerla directamente a los rayos del sol. Busca un lugar de la casa por el que entre claridad.

Respecto al riego, hay que hacerlo por inmersión. Dos veces por semana colócala sobre un plato con agua a temperatura ambiente y déjala 15 minutos. Retira el líquido sobrante.

Después de Navidad

Las flores de Pascua son originarias de México. Tenían un importante simbolismo en la cultura azteca como remedio medicinal y ofrenda a los dioses. En el siglo XVI, un fraile franciscano de Taxco de Alarcón decidió decorar su iglesia con ellas debido al color de sus pétalos y la práctica se fue extendiendo poco a poco.

Dichos pétalos no son hojas. Su función no es hacer la fotosíntesis, sino proteger las flores de la planta, que son pequeñas y amarillas. Se llaman brácteas y sólo salen en diciembre. Una vez que se caen, debes cuidar las flores de Pascua de manera más específica para lograr que florezcan al año siguiente.

Cuando tu planta pierda las hojas –las rojas y las verdes- pódala y sella los tallos con pasta cicatrizante o cera derretida. Ponte guantes, porque su savia irrita la piel y las mucosas.

Después, colócala en un lugar fresco y luminoso y sigue los consejos generales que te hemos dado, reduciendo el riego a una vez por semana.

Más oscuridad

Cuando llegue la primavera, trasplántala a una maceta más grande y continúa mimándola hasta que empiecen a brotar las nuevas hojas, que serán de un color verde brillante.

Para que adquieran el tono rojo que las caracteriza, necesitan más horas de oscuridad de las que tienen de noche. Para lograrlo, hay que crearles 5 ó 6 horas extra de oscuridad de manera artificial y procurar que no reciban más de 10 horas diarias de luz. Si no tienes una habitación con esas características, basta con cubrir la flor de Pascua con una bolsa negra o una caja de cartón.

Siguiendo estas recomendaciones, en diciembre de 2017 tendrás una flor de Pascua más grande, bonita… y valorada.